martes, 29 de septiembre de 2009

Cuando Él te llama. Lucas 5:27-28

“Después de estas cosas salió, y vio a un publicano llamado Leví, sentado al banco de los tributos públicos, y le dijo: Sígueme. Y dejándolo todo, se levantó y le siguió.” Lucas 5:27-28

Leví se convertiría en uno de los doce apóstoles. Y todo comenzó con este llamado. Tan peculiar. Cuando Jesús lo ve cobrando impuestos lo llama y Leví obedece. Pero hay muchas cosas atrás de este pequeño pasaje.

Ser cobrador de impuestos no era nada carismático, pagar impuestos nunca ha sido del agrado del pueblo, pero en la posición de este Leví era más acentuado, porque en ese entonces era mal visto que alguien del pueblo judío le cobrara los impuestos a los judíos. Se ha llegado a comentar que inclusive los tenían al margen de sus prácticas religiosas porque consideraban que estas personas estaban fuera del pacto. En estos pasajes relacionan publicanos y pecadores sin hacer distinción. Y Leví era un trabajador público. Era mal visto por los judíos.

Pero cuando Jesús lo vio pudo penetrar hasta su corazón y lo llamó. No le importó lo que le dijeran Él llamó a un publicano cobrador de impuestos. Estos cobradores tenían una mala fama de corrupción. Y curiosamente cuando Leví se convierte en apóstol se le llama Mateo, que quiere decir dádiva. Mateo se convirtió en un regalo para la Iglesia. De ser un cobrador de impuestos y vivir en medio de un mundo corrupto, se convierte en una dádiva para la Iglesia. Así hace las cosas Jesucristo.

Por toda la Biblia encontramos casos en los que un encuentro divino hace que el nombre de la persona cambie, desde Abraham hasta Pablo. Vemos el mismo patrón. Una visita divina cambia el destino de una persona, tanto que hasta Dios le cambia el nombre. Tal vez en nuestra época no se haga un cambio de nombre pero si hay un cambio de destino. Cuando Dios nos visita nuestras personas cambian y nuestros destinos también.

Antes practicábamos las peores cosas de la vida y cuando conocemos a Jesucristo cambiamos radicalmente. Antes estábamos inmersos en un mundo de corrupción hoy, somos santos. Antes nos llamaban adúlteros, ladrones, mentirosos, hoy Dios nos cambia el nombre y nos llama “Regalo” o “Dádiva”. Los que nos rodean no lo creen, pero Él sí ha creído y nos ha cambiado de nombre.

En este pasaje vemos que Leví dejó todo para seguirlo. Creo que debemos imitarlo cuando Jesús nos llama. Debemos dejar todo lo que nos ata a una forma de trabajo. Cuando escuchamos la voz de Jesús llamándonos debemos inmediatamente dejar todo lo que nos ata y seguirlo. Leví no le dijo “déjame orar y pensarlo” o “déjame platicarlo con mi esposa” Hay llamados que deben ser inmediatos, llamados que deben tener un sin al momento. Esto no quiere decir que vamos a hacer cosas imprudentes, me refiero a llamados genuinos de Dios en los que sabes de que sabes que es Dios el que está llamándote.

El llamado de Dios implica un cambio interno, el cambio de nombre no es superficial, más bien es el resultado de los cambios internos que se generan cuando decidimos recibir a Cristo. Y más aún cuando nos pide hacer una tarea específica. Esos cambios internos son los que provocan un nuevo nombre. Un nombre de acuerdo al destino y la naturaleza de nuestro llamado. De nada serviría tener un nuevo nombre si no tenemos un propósito y un cambio interno.

Me imagino que la gente que conocía a Leví se quedaba sorprendida por el nuevo nombre que tenía. Tal vez conocían a Leví como una persona que pedía “dádivas” o mordidas como le decimos en México, y ahora en Cristo su nombre era dádiva. Qué ironía. Y tal vez la gente no se daba cuenta de los cambios internos que estaban produciéndose en él, sin embargo con el paso del tiempo nos damos cuenta que Mateo fue un verdadero regalo a la Iglesia y nos dejó por escrito un evangelio.

Armando Carrasco Z.

lunes, 21 de septiembre de 2009

Superando la ficción. Lucas 5:24-26

“Al instante, levantándose en presencia de ellos, y tomando su lecho en que estaba acostado, se fue a su casa, glorificando a Dios. Y todos sobrecogidos de asombro, glorificaban a Dios; llenos de temor, decían: Hoy hemos visto maravillas” Lucas 5:24-26

Ninguna película, ninguna ficción supera la realidad de Jesucristo. Se pueden hacer muchas historias de milagros y grandes acontecimientos pero experimentar en persona una sanidad divina es algo muy pero muy superior. Ver a Dios hacer milagros, es hacer efectiva la fe y es traer a vida la esperanza. Cuando vemos milagros nuestra fe se activa y nuestra esperanza se renueva. Yo se muy bien que no debemos promover poner la fe por los milagros, somos hijos de Dios por fe y no necesitamos de milagros externos para creer, de eso estoy completamente convencido. Pero aún así cuando sucede un milagro frente a nuestros ojos, la fe se afianza.

Y sucede algo más. brota en nosotros un temor dentro de nosotros por ver a Dios tan cerca y tan tangible. Aún los que viven por fe sin querer ver el poder de Dios ni milagros, cuando sucede un milagro auténtico y de gran magnitud, la constante es un temor de ver a Dios.

Dice la Biblia en este pasaje que esta gente que presenció el milagro estaban llenos de temor, y sí decían alabanzas y se maravillaban de las cosas que estaba haciendo Dios con ellos pero lo que sentían era temor. A veces se le ha querido decir que era un temor santo o que un temor reverente. Pero sinceramente creo que era temor a solas. Y no tiene nada de malo. A final de cuentas es un encuentro divino cercano. Un encuentro personal con Dios. Tener temor es lo más natural que le puede suceder a alguien normal. Se te vienen tantas cosas a la cabeza que empiezas a sentir un gran temor por lo que estás viendo.

Yo sé que muchos van a decir “ si tienes una buena relación con tu Padre…es imposible sentir temor…” y cosas por el estilo. Ya los quiero ver, cuando un muerto resucite y los vaya a visitar a su casa. Ya los quiero ver sin temor. En este caso el temor es algo natural. No tratemos de disfrazarlo como temor “reverente”. Es temor y punto. A través de toda la Biblia lo podemos ver. Cuando Dios se presenta con alguien y queda espantado, Moisés fue uno de ellos, los pastores cuando se les dio el aviso del nacimiento de Jesús, en fin hay muchos pasajes donde podemos ver el temor que genera ver cosas divinas. E insisto…no tiene nada de malo.

En lo particular creo que todos deberíamos experimentar ese temor. Creo que sería muy bueno tener experiencias divinas que provocaran ese temor en nosotros. A muchos nos hace falta. Porque a veces la rutina de la vida hace que parezca que Dios está demasiado lejos de nosotros. Pareciera que Él está muy lejos en el cielo y que de vez en cuando abre el sobre de nuestras oraciones, esa rutina que hace que los cristianos bajen la guardia en muchos aspectos de su vida. Una experiencia de este tipo creo que los activaría de nuevo. Sin embargo se que también Dios quiere que maduremos y que no estemos dependiendo de experiencias sobrenaturales para afianzar nuestra fe.

Es necesario saber que no tiene nada de malo sentir temor por ver las maravillas de Dios. Al fin y al cabo somos hombres y Él es Dios. Pero es más importante saber que Dios quiere que maduremos al grado de no necesitar experiencias maravillosas para alabarle. Podemos cantar alabanzas para exaltarlo sin tener que ver grandes maravillas. Él es Dios y es nuestro Dios. Él nos pide que le creamos, que seremos bienaventurados si le creemos, aún sin ver sus maravillas.

Alabarlo sin ver grandes maravillas, cantarle sin tener que sentir temor por verlo tan cerca es una de las grandes cosas que podemos hacer en la vida.

Armando Carrasco Z.

lunes, 14 de septiembre de 2009

Vete a tu casa. Lucas 5:24-26

“Pues para que sepáis que el Hijo del Hombre tiene potestad en la Tierra para perdonar pecados (dijo al paralítico): A ti te digo: Levántate, toma tu lecho y vete a tu casa. Al instante, levantándose en presencia de ellos, y tomando su lecho en que estaba acostado, se fue a su casa, glorificando a Dios.” Lucas 5:24-26

Ahora estudiemos desde el punto de vista del enfermo. Ya vimos que era un paralítico que no podía moverse y dependía de sus amigos. Para poder llegar a ver a Jesús. Este paralítico tenía dos cargas en su vida, por un lado se enfermedad y por otro su pecado. Y de las dos cosas quedó libre después de la visita a Jesús.

Jesucristo le pide dos cosas a este paralítico después de decirle que se levante; primero le dice que tome su lecho. Su sanidad no requirió de terapias intensivas de recuperación. Cuando una persona se recupera de algún tipo de parálisis se necesitas mese y a veces años para una total recuperación. Pero en este caso la sanidad fue inmediata y completa, recordemos que este hombre estaba tan afectado por su parálisis que no podía valerse por el sólo. Tenía que estar acostado. Y aún así su sanidad fue completa e inmediata.

Por eso cuando Jesús le pide que tome su lecho, es tan asombroso verlo que no sólo se pudo levantar y caminar sino tomar su propio lecho. Y dejar bien claro la asombrosa sanidad que recibió. Por otro lado su lecho representaba toda su depresión que le generaba estar enfermo, ya que por mucho tiempo estuvo esclavizado a su lecho. El hecho de tomar esa cama con sus propias fuerzas significaba empezar a caminar en la libertad que Cristo le estaba dando. Y por otro lado, imagínate lo que habrá sentido la gente que no pudo ver el milagro en primera fila, cuando sale caminando por sus propios pies de aquella casa y cargando personalmente su propio lecho. Dice la Biblia al final de este pasaje que se fue “…glorificando a Dios.”

La otra cosa que le manda Jesús es que se vaya a su casa. No le pide que vaya al templo. No le pide que lo siga. Le pide que se vaya a su casa. Un enfermo de parálisis afecta todo el sistema operativo de un hogar. Porque todos tienen que ayudar al enfermo. Y por mucho que lo amen afecta a la familia. Por eso Jesús le dice vete a tu casa. Todos se pusieron muy felices al ver a este hombre sano.

La casa siempre ha representado el lugar donde encontramos seguridad, descanso, alegría, y muchas cosas necesarias para el sano convivio del hombre, aún estando enfermo la casa representa algo especial. Y Jesús quería que este hombre disfrutara ahora su casa estando sano. Por el hecho de ver que había hombres que se dispusieron a brincar todas las barreras con tal de que Jesús orara por él, nos indica que era un hombre muy querido y muy amado. Ese día nadie lo olvidó, ni él ni sus amigos ni su familia.

La casa es el primer punto para festejar nuestras liberaciones. Podemos compartir nuestra alegría con amigos en la calle, podemos hacerlo con los amigos del trabajo, pero donde más disfrutaremos de compartir nuestra libertad o sanidad es en la casa, con nuestra familia y con nuestros amigos íntimos.

El perdón de pecados y la sanidad de este hombre provocaron un grito constante de alabanza. Dice la Biblia que se fue a su casa glorificando a Dios. ¿has oído un “bendito sea Dios” dicho con el corazón? El ambiente cambia totalmente. Un corazón agradecido cambia el ambiente. Este pasaje de sanidad es uno de los más completos donde vemos, perdón de pecados, sanidad y agradecimiento.

Armando Carrasco Z.

lunes, 7 de septiembre de 2009

Oración de gobierno. Lucas 5:24-26

“Pues para que sepáis que el Hijo del Hombre tiene potestad en la Tierra para perdonar pecados (dijo al paralítico): A ti te digo: Levántate, toma tu lecho y vete a tu casa. Al instante, levantándose en presencia de ellos, y tomando su lecho en que estaba acostado, se fue a sus casa, glorificando a Dios.” Lucas 5:24-26

En esta parte del pasaje podemos aprender mucho de la oración gubernamental. La oración de gobierno se basa principalmente en tres puntos; primero en conocer la voluntad del Padre, segundo, en tener fe para saber que estamos orando por algo que Dios quiere y tercero hacer oraciones de mandato.

A veces oramos para que Dios bendiga lo que hacemos, y no pasa nada y a veces hacemos lo que Dios bendice y suceden las cosas aún sin que oremos. Simplemente porque estamos haciendo lo que Dios bendice. Estar en Su voluntad es ganancia. Ahora, saber su voluntad por lo que vamos a orar es un principio poderoso para tener oraciones respondidas. Jesucristo sabía exactamente lo que quería el Padre y oró de acuerdo a Su voluntad. Muchas veces alguien se nos acerca y nos pide que oremos por el o ella, y por inercia oramos, sin ni siquiera preguntarle a Dios cuál es su voluntad. No podemos decirle a la gente “no voy a orar por ti porque no es la voluntad del padre” pero si puede cambiar mucho qué oramos y cómo lo oramos.

Una vez que conocemos la voluntad de nuestro Padre entonces debemos orar con la fe de la seguridad que estamos orando de acuerdo a Su voluntad. Pareciera que al saber Su voluntad, inmediatamente tendríamos fe para orar o hacer las cosas de acuerdo a Su voluntad, pero no es así. Muchas veces conocemos Su voluntad y aún así no tenemos fe para seguir adelante. Una cosa es saber cuál es la voluntad de Dios y otra muy diferente es creer que Dios va a actuar. Una oración con fe es muy diferente a una oración de esperanza.

La oración de fe provoca que cuando oremos lo hagamos dando mandatos específicos. Jesús no oró diciendo “Padre, te ruego que tomes en cuenta mi oración y esperamos que por imponer las manos este hombre paralítico sane…” No, Él no oró así, él dio la orden, él dijo “Levántate, toma tu lecho y vete a tu casa”. Esa es una oración de gobierno. Es una oración que nos muestra todo un patrón. Debemos aprender mucho de este tipo de oraciones. Yo creo que Dios está esperando que oremos de esa manera, creo que cuando lo hagamos muchas cosas en este mundo van a cambiar. Y creo que cuando una persona empieza a orar de esta manera su entorno cambia dramáticamente.

Ojo; al estudiar estas líneas podemos emocionarnos y querer hacer sólo el punto tres y vamos a estar orando dando órdenes por todos lados. Pero recuerda que sólo es una parte de la oración gubernamental. La parte más importante es la de conocer la voluntad de nuestro Padre. Y para conocer la voluntad de Dios se requiere que lo conozcas, que sepas cómo piensa, cómo siente, que conozcas su voz. Requiere de llevar una relación de amistad con Dios. No es lo mismo pedir una cita con el presidente que hablarle por teléfono como amigo. Conocer la voluntad de Dios implica tener una relación personal con Él, verdadera, no sólo decir que somos cristianos y orar y leer la Biblia sólo cuando nos reunimos los domingos.

Tampoco quiero decir que la única forma de orar sea gubernamental. Hay varias clases de oración, que las veremos a lo largo de este estudio de Lucas.

Armando Carrasco Z.

martes, 1 de septiembre de 2009

Primero el perdón. Lucas 5:20-26

“Al ver él la fe de ellos, le dijo: hombre, tus pecados te son perdonados. Entonces los escribas y los fariseos comenzaron a cavilar, diciendo: ¿Quién es éste que habla blasfemias?¿Quién puede perdonar pecados sino sólo Dios? Jesús entonces, conociendo los pensamientos de ellos, respondiendo les dijo: ¿Qué caviláis en vuestros corazones? ¿Qué es mas fácil, decir: Tus pecados te son perdonados, o levántate y anda. Pues para que sepáis que el Hijo del Hombre tiene potestad en la Tierra para perdonar pecados (dijo al paralítico): A ti te digo: Levántate, toma tu lecho y vete a tu casa. Al instante, levantándose en presencia de ellos, y tomando su lecho en que estaba acostado, se fue a sus casa, glorificando a Dios.” Lucas 5:20-26

Como vimos en estudios anteriores, lo más importante para Dios es la condición espiritual del individuo. La sanidad era lo más fácil de arreglar. Por eso Jesús les dice “…para que sepáis que el Hijo del Hombre tiene potestad en la Tierra para perdonar pecados…” la sanidad de este hombre sólo fue una muestra del poder que Tiene Dios par perdonar nuestros pecados.

Sólo él puede perdonar nuestros pecados. No hay nada ni nadie que pueda hacerlo. Ninguna religión tiene el poder para perdonar pecados. Esa es la importancia de nuestra conversión a Cristo, que todos nuestros pecados son perdonados. Muchas religiones buscan formas y procesos para acercarse a Dios, sin tomar en cuenta el único camino que existe para llegar a él, que es Jesucristo. Con todo lo que implica, aceptar su sacrifico en la cruz por el pago de nuestros pecados.

No se trató solamente de decir “te perdono y ya” el pecado existe, es real, y necesita un sacrificio para poder ser borrado. Dicho sacrificio lo realizó Jesús en la cruz y pagó por todos nuestros pecados. Muchas religiones tratan de “quitar” este hecho y crean formas para tratar de alcanzar el cielo sin el camino de la cruz de Cristo.

La misión más importante de Jesucristo en la Tierra no fue la de sanar enfermos, ni fue tampoco la de liberar a los endemoniados, tampoco fue la de resucitar muertos ni la de hacer milagros, su operación importante fue la de reconciliar al hombre con Dios. Ese fue su propósito principal, su misión de vida. Y la cumplió cabalmente. Nadie puede llegar a Dios sino por Jesucristo. No hay otro camino alterno, no hay atajos, la única forma de llegar al Padre es por medio de la fe en Jesucristo.

Esta misión fue tan importante que Dios se hizo hombre. Se transformó en uno como nosotros y caminó entre nosotros, para reconciliarnos con él. El pecado había roto toda relación con Dios, desde Adán y Eva. Y la única manera de reconciliarnos era con el sacrificio de su hijo. Y tanto nos amó que lo hizo. El amor fue su fuerza motriz para venir a la tierra y pagar un precio tan alto por nuestras vidas. He escuchado decir que la salvación es gratis. Y eso es cierto, pero no fue barata. Dios nos da entrada a él por gracia, pero el regalo de la salvación tiene un precio muy alto, el más alto que nadie se puede ni siquiera imaginar, la vida de Jesucristo.

Vemos el amor del Padre como aún con ese precio tan alto que tuvo que pagar, nos la da gratis. Es aquí donde muchas religiones del mundo no pueden entender cómo puede ser posible que el hombre no haga nada para ganar su salvación, y buscan mecanismos para que el hombre se sienta justificado. Hacen obras que intenten hacer lo que Jesús hizo en la cruz. Pero nunca lo van a lograr. En primera el acto de la salvación ya está consumado. En segundo lugar las obras religiosas para alcanzar el perdón de los pecados es infructuosa, no hay nada que hacer para ello, como dije antes, todo está hecho, es sólo el caminar por fe, creer en Jesucristo para llegar al Padre.

Si tú estuvieras enfermo en este momento, Dios quiere sanarte, pero antes echa una ojeada a tu corazón para ver tu condición espiritual. Él quiere saber antes a qué Reino perteneces y primero perdonarte tus pecados y trasladarte al reino de la luz y después opera en tu sanidad.

Armando Carrasco Z