jueves, 29 de octubre de 2009

Los tiempos, la clave. Lucas 5:33

“Entonces ellos le dijeron: ¿Por qué los discípulos de Juan ayunan muchas veces y hacen oraciones, y así mismo los de los fariseos, pero los tuyos comen y beben? Él les dijo ¿Podéis acaso hacer que los que están de bodas ayunen, entre tanto que el esposo está con ellos? Mas vendrán días cuando el esposo les será quitado; entonces, en aquellos días ayunarán.” Lucas 5:33

Hay un dicho que dice “Todo es cuestión de tiempo” y tiene más sabiduría que lo que aparenta tener. En este pasaje lo vemos perfectamente. Las personas religiosas pueden ser muy exactas en su apreciación de cómo se hacen las cosas pero pierden de vista el cuándo se hacen las cosas.

En muchas ocasiones hacer ciertas cosas no es lo que está mal, sino el tiempo en el que se hacen es lo que está bien o mal. El tiempo es el factor clave de cualquier mover de Dios. Poder identificar de manera precisa los tiempos de Dios es de las cosas que mayor prioridad debe tener nuestra vida.

En 1 de Crónicas 12:32 dice “De los hijos de Isacar, doscientos principales, entendidos en los tiempos, y que sabían lo que Israel debía hacer, cuyo dicho seguían todos sus hermanos.” Estas personas entendían los tiempos. Ellos sabían cuándo se debían hacer las cosas. ellos sabían los tiempos de Dios. Estaban perfectamente sintonizados a sus tiempos. Esta es la parte clave para salir de la religiosidad. Entender los tiempos. La religiosidad genera ambientes donde todo se estanca. Todo se detiene, hay actividad pero no se avanza, hay programas pero no sucede nada de trascendencia, hay predicaciones, oraciones, cantos, pero el ambiente sigue igual. Y cuando se encuentra una beta donde Dios se está moviendo se sacude todo el mundo, hasta el pequeño mundo creado por los cristianos que detuvieron el tiempo con activismo. Todo el mundo voltea a ver el mover de Dios y le dicen a la gente que se está moviendo con Él…¿por qué no haces las cosas como se han hecho desde hace muchos años?

Jesús les responde ¿Podéis acaso hacer que los que están de bodas ayunen, entre tanto que el esposo está con ellos? Exactamente lo mismo, les habla de los tiempos, hay momentos que no son para ayunar. Pero cuando somos envueltos en un manto de religiosidad, tendemos a perder de vista todo y queremos ayunar sólo porque así se ha echo por años.

El primer síntoma grave de ser religiosos es dejar de entender los tiempos. En todo su alcance. Cuando no tenemos la capacidad de entender los tiempos perdemos también la capacidad de estar con nuestro amado Dios. Simplemente porque nuestras fuerzas están enfocadas a hacer cosas, y no de saber dónde está Él. Entender los tiempos es nuestra brújula para localizar a Dios.

En este caso no tiene nada que ver la intención, todos los cristianos pueden tener la mejor de las intenciones pero si no entienden los tiempos y lo que está haciendo Dios, no podrán caminar a su lado, podrán ir atrás de Él, podrán ir adelantados, pero no podrán caminar a su lado. No entender no te quita el apellido, no entender no te excluye de su Reino, no entender sí te limita de ver las cosas que Dios está haciendo en el presente.

Jesús no les estaba diciendo si estaba bien ayunar o no ayunar, lo que les estaba enfatizando era que no era el tiempo de ayunar. Infinidad de veces nos sucede que nos ponemos a discutir doctrinas, moveres, teorías, y nos perdemos en discusiones interminables, que no nos hacen más que alejarnos de donde se está moviendo Dios. Cuando una doctrina te desvía de los tiempos de Dios, es mejor dejar descansar esa doctrina por un tiempo y ponerse a orar y buscar dónde perdimos el camino. Dios es más importante que toda doctrina. Dios es más importante que todo congreso, que toda reunión, Dios es lo importante, no hay otra cosa más importante que Él.

Armando Carrasco Z.

martes, 20 de octubre de 2009

Siempre con Él. Lucas 5:33

“Entonces ellos le dijeron: ¿Por qué los discípulos de Juan ayunan muchas veces y hacen oraciones, y así mismo los de los fariseos, pero los tuyos comen y beben?” Lucas 5:33

Es impresionante cómo se repite la historia vez tras vez. Empecemos por un hecho en particular, Juan en su momento representó todo un mover de Dios, todo un avivamiento. La gran mayoría de las personas de Jerusalén sabían quién era Juan. Fue un hombre de Dios importante en su momento. Hizo cosas que dejaron boquiabiertos a muchos.

Inclusive trajo nuevos conceptos, como el del bautismo. Era algo que se manifestó en ese mover de Dios. Recordemos que Juan tuvo un propósito bien específico, y era el de preparar el camino a Jesucristo, hizo toda una revolución en su momento.

Ahora bien, cuando llega Jesús trae consigo un nuevo mover de Dios. Con muchas cosas nuevas que la gente que vio lo que hacía Juan se quedaba boquiabierta, y tanto era su asombro que le preguntaron: ¿por qué tus discípulos no hacen lo mismo que hace Juan? Primero la gente se asombró con lo que hizo Juan pero después lo aceptó y lo institucionalizó. Lo hicieron regla, lo hicieron ley. Entonces cuando ven a Jesús hacer cosas diferentes pues lo relacionan con lo que ya conocían. Y fijémonos bien en este detalle; la gente relaciona lo que hacía Juan con lo que hacían también los fariseos. Los pone al mismo nivel. Una vez que la gente se acostumbra a la que Dios ha traído nuevo a la tierra lo hace religión. Los fariseos en ese entonces eran los religiosos de su época y Juan era la contraparte, pero en este momento de la historia la gente los pone en el mismo nivel.

Actualmente nos pasa lo mismo, cuando Dios trae un nuevo mover a la Tierra, al principio es tan novedoso que ofende hasta los mismos cristianos, pero con el paso del tiempo ya no espanta a nadie porque los mismos cristianos institucionalizan el mover de Dios lo meten en cuatro paredes, en lineamientos y reglas y termina por convertirse en una religión.

La gente cuando ve algo que Dios está haciendo nuevo lo primero que preguntan es que por qué no se hacen las cosas como se hacían antes, o por qué no se hacen las cosas como las hace tal o cual persona. Por la sencilla razón de que la gente hace muy fácil de un mover de Dios una religión.

La tendencia del hombre siempre es buscar caminos rutinarios que le faciliten las cosas. para el hombre es más fácil recorrer un camino ya hecho que abrir camino, mucho menos andar un camino en el que diario hay que hacer brecha.

Dios es un Dios de cambios. Y nosotros debemos ser hijos de cambios, acostumbrados a ellos. Esa debe ser nuestra forma natural de vivir. Buscar dónde se está moviendo Dios para movernos con Él. Los militares son removidos constantemente en diversas partes de la república y en algunos ejércitos, del mundo, los hijos de militares cambian tanto de ciudades y de escuelas que se crean con una cultura de cambio. No sólo están preparados al cambio, sino que están habituados al cambio. Cuando se estacionan más de un tiempo en algo, buscan la forma de cambiar. No pueden acostumbrarse a vivir rutinas. Habrá sus excepciones, como en todo, pero es un ejemplo claro de lo que debemos buscar. Nosotros somos hijos de un Dios militar, de un Dios guerrero. Y nosotros como sus hijos debemos estar habituados a los cambios.

Nuestra pregunta diaria debe ser: ¿dónde estás Dios? Porque quiero estar allí. Perfectamente a tu lado. En las mismas coordenadas al mismo tiempo. En ningún otro lugar. Siempre contigo.

Armando Carrasco Z

lunes, 12 de octubre de 2009

Vámonos al mundo. Lucas 5:27-28

“Y Leví le hizo gran banquete en su casa; y había mucha compañía de publicanos y de otros que estaban a la mesa con ellos. Y los escribas y los fariseos murmuraban contra los discípulos, diciendo: ¿Por qué coméis y bebéis con publicanos y pecadores? Respondiendo Jesús les dijo: Los que están sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos. No he venido a llamar a justos, sino pecadores al arrepentimiento.” Lucas 5:27-28

Cuando leemos estas líneas por primera vez nos indignamos y criticamos a los fariseos y a los escribas. Pensamos que estaban totalmente ciegos. Pero cuando nos va pasando el tiempo, cuando ya llevamos algunos años de cristianos, empezamos a dejar formar en nosotros una personalidad farisea. Todo el mundo que nos rodea es “cristiano”, nuestros amigos, nuestros compañeros, la escuela de nuestros hijos, los deportes, los tiempos de esparcimiento, y a veces hasta nuestro trabajo, hacemos una burbuja “cristiana” aislándonos completamente del mundo y empezamos a criticar a aquellos que se relacionan en el mundo.

Estamos completamente aislados y no tenemos ninguna influencia sobre los que tienen una necesidad de Dios. Estamos en nuestro “mundito” y perdemos la capacidad de entender que Dios nos ha puesto en este mundo para darle sazón y de alterar el curso de la historia, cosas que no podemos hacer desde una burbuja cristiana.

El factor común con los fariseos de los tiempos de Jesús y los fariseos actuales es que se creen buenos y perfectos. Creen que son tan santos que no pueden mezclarse con la chusma. Y empieza un espíritu de crítica que los hace perder una correcta perspectiva de la vida y del mundo real y lo peor pierden de vista al Reino.

Creo que una buena forma de alterar el curso de la historia de nuestra familia, colonia y ciudad es ir a ellos, a los perdidos a los que se les llama comilones y bebedores. No debemos hacer lo que ellos hacen pero sí debemos ir a donde ellos están. No podemos aceptarles emborracharnos con ellos pero cuando tengamos la oportunidad debemos predicarles y presentarles el mensaje del Reino y de la Gracia.

No podemos traer a todo el mundo a la Iglesia, más bien debemos llevar al mundo la Iglesia. Son tiempos en que la Iglesia debe ir al mundo. Debe Ir en una búsqueda de todos aquellos que están necesitados de Dios. Sin importar quién nos critique. Esto no es carta abierta para que los jóvenes se metan a centros de Table Dance a predicarles a las chicas. Eso tampoco estoy diciendo. Lo que estoy diciendo es que nos salgamos un poco de nuestras burbujas cristianas para poder alcanzar a los perdidos.

Yo creo que en esa mesa de Leví había gente con fama de borracha y de vidas desenfrenadas. Es más no dudaría que había gente que estaba tomando alcohol. Pero Cristo se estaba acercando a ellos para sanarlos. Los fariseos se creían tan justos que pensaban que no necesitaban de nadie para ser “más santos”.

Tengamos mucho cuidado que una vez que ya entregamos nuestra vida a Cristo creamos que somos tan santos que no podemos relacionarnos con los pecadores. Ciertamente somos santos, tanto que podemos relacionarnos de cerca con nuestro Padre. Pero es necesario llevar esa santidad a otros, estén donde estén. Porque una cosa es ser santo y otra muy diferente es creer que por relacionarnos con pecadores nos vamos a manchar de sus pecados. Su pecado no tiene la fuerza para mancharnos, pero nuestra santidad si tiene la fuerza para convertirlos.

Quiero enfatizarlo; no estoy diciendo que debemos ir a lugares promiscuos a evangelizar. Estoy diciendo que debemos de salir de nuestras cuatro paredes de “protección santa” y debemos relacionarnos con el mundo con el objetivo de presentarles las buenas nuevas.

Armando Carrasco Zamora