viernes, 11 de julio de 2014

Corazón de rico


“…»Pero ¡ay de ustedes los ricos!, porque ya han recibido su consuelo. »¡Ay de ustedes, los que ahora están satisfechos!, porque habrán de pasar hambre. »¡Ay de ustedes, los que ahora ríen!, porque habrán de llorar y de lamentarse. »¡Ay de ustedes, cuando todos los alaben!, porque lo mismo hacían con los falsos profetas los antepasados de esta gente…” Lucas 6:24-26

Después de leer las primeras bienaventuranzas vemos que de repente Jesús da un giro y sus comentarios ahora pareciera que se van contra los ricos.

Yo creo que Jesús no traía nada contra los ricos, yo creo que él los amaba y que sigue amándolos. Yo creo que se fue contra aquellos que dejan de confiar en él y deciden confiar en el dinero, y no necesariamente sean verdaderamente son ricos, sino aquellos que desarrollan una actitud de confiar en el dinero y en sus propios recursos.

Mucha gente pierde de vista las cosas eternas y verdaderamente durables. Y pone sus ojos en lo temporal, en conseguir su bienestar temporalmente. Olvidando que hay cosas que tiene mayor valor.

Analizando mas poco a detalle vemos estas cosas en este pasaje de los ricos que confían en sus recursos: a) Tienen “consuelo” b) Están “satisfechos” c) Buscan la felicidad fácil d) Son alabados.

1)   Tienen consuelo. Hay gente que con el dinero busca consuelo temporal. Solo son felices con el aquí y el ahora.  Sus dolores e incertidumbre de la vida la tratan con beneficios temporales. Sin pensar en el futuro eterno.
2)   Están satisfechos. Estas personas buscan a como de lugar satisfacer todos sus deseos. Olvidándose inclusive de las consecuencias.
3)   Buscan la felicidad fácil. Creen que reír es la felicidad, por lo que buscan satisfactores que los hagan sentir bien, repito, aunque sea temporal.
4)   Son alabados. El hombre cree que porque alguien tiene recursos en abundancia o suficientes es son muy inteligentes o tiene algo especial y tiende a alabarlos constantemente.

Dios no está en contra de que seamos felices. Él quiere que verdaderamente lo seamos. No que lo fabriquemos si no que dejemos que Él provea esa felicidad. Estos cuatro puntos que vimos son burdos intentos de suplir por nuestras propias fuerzas lo que Él nos promete y nos otorga abundantemente.

Él es nuestro consuelo, con Él estamos satsifechos, Nuestra felicidad es Él y la alabanza es para Él.

Armando Carrasco Zamora

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