lunes, 1 de diciembre de 2008

Probado en todo. Lucas 4:1-12

“Jesús, lleno del Espíritu Santo, volvió del Jordán, y fue llevado por el Espíritu al desierto por cuarenta días, y era tentado por el diablo. Y no comió nada en aquellos días, pasados los cuales, tuvo hambre. Entonces el diablo le dijo: Si eres Hijo de Dios, di a esta piedra que se convierta en pan. Jesús, respondiéndole, dijo: Escrito está: No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra de Dios. Y le llevó el diablo a un alto monte, y le mostró en un momento todos los reinos de la tierra. Y le dijo el diablo: A ti te daré toda esta potestad, y la gloria de ellos; porque a mí me ha sido entregada, y a quien quiero la doy. Si tú postrado me adorares, todos serán tuyos. Respondiendo Jesús, le dijo: Vete de mí, Satanás, porque escrito está: Al Señor tu Dios adorarás, y a él solo servirás. Y le llevó a Jerusalén, y le puso sobre el pináculo del templo, y le dijo: Si eres Hijo de Dios, échate de aquí abajo; porque escrito está: A sus ángeles mandará acerca de ti, que te guarden; y, En las manos te sostendrán, Para que no tropieces con tu pie en piedra. Respondiendo Jesús, le dijo: Dicho está: No tentarás al Señor tu Dios.” Lucas 4:1-12

No es casualidad la similitud de tentaciones que tuvo Adán con las que tuvo Jesús. Aquellas tentaciones en las que cayó Adán, Jesús tenía que reconquistarlas. Empecemos por partes. Antes de seguir quiero que tomes en cuenta que somos un espíritu que tiene un alma y que habita en un cuerpo.

Los deseos de la carne. En Génesis 3:6 vemos que la serpiente le dijo a Adán que “El árbol era bueno para comer” Un punto clave para el hombre es cuando cada 4 o 6 horas te das cuenta que eres hombre, que necesitas comer y beber para seguir viviendo. Digamos que le hambre es el grito tangible que nos dice que somos carne, vemos en toda la Biblia que el comer es una forma de darnos cuenta que somos carne. Este nivel de tentación fue a nivel cuerpo. Fue un ataque directo a la carne.

Cuando Jesús es tentado por el diablo le dice “…di a esta piedra que se convierta en pan.” El ataque fue al mismo nivel que a Adán, a la carne, al cuerpo que siente hambre. Y Jesús le contesta acertadamente “NO sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra de Dios.” No cayendo en la tentación de alimentar a la carne, estaba venciendo la tentación a nivel cuerpo.

Los deseos de los ojos. Vemos también que Adán fue tentado a través de sus ojos, dice la Biblia que él vio que el árbol era agradable a los ojos. Nuestros ojos es una parte del cuerpo que muy continuamente está recibiendo tentaciones, de ver lo que no debemos ver, muchas veces, pero muchas veces, sino es que siempre el ver nos lleva a tocar. Y nos metemos en problemas, así Adán no pudo resistir lo que estaba viendo y comió lo que no debía comer. Este tipo de
tentación es a nivel alma.

Pero gracias a Dios que Jesús si pudo resistir la tentación a nivel ojos y nivel alma. Cuando el diablo le “…mostró…todos los reinos de la tierra…” Jesús sabía muy bien quién era y lo frenó con “Vete de mi, Satanás, porque escrito está: al Señor tu Dios adorarás, y a Él solo servirás.” No sólo estaba venciendo la tentación sino que estaba estableciendo su distancia.

La vanagloria de la vida.
Dice la Biblia que el primer hombre vió que el árbol era codiciable para alcanzar sabiduría. Y Adán o pudo resistirlo, era demasiado, comer y ser como Dios y tener sabiduría. No pudo más y comió del fruto que no debía comer, perdiendo todo lo que Dios le había dado como dominio, la Tierra. Este nivel fue nivel espíritu.

Y nuevamente vemos a Jesús triunfando en este nivel de tentación, vemos que el diablo lo tienta diciéndole: “si eres hijo de Dios, échate aquí abajo…” el ataque fue directo a su divinidad. Pero la respuesta de Jesús fue fulminante y determinante. Le dijo: “Dicho está: No tentarás al Señor tu Dios.

Dice la Biblia que cuando el diablo hubo acabado toda tentación se marchó. Jesús fue probado en todo. No hubo nada en lo que no fuera tentado pero gracias a Dios que nada pudo hacerlo caer. Es bueno saber que él sabe por lo que pasamos tu y yo. El sabe que somos polvo, que habitamos en un cuerpo de carne, el sabe exactamente por lo que pasamos, por eso podemos confiar en Él y podemos descansar en que siempre nos dará una salida.

Armando Carrasco Z.

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