martes, 16 de diciembre de 2008

Los famosos desiertos. Lucas 4:1-12

“Jesús, lleno del Espíritu Santo, volvió del Jordán, y fue llevado por el Espíritu al desierto por cuarenta días, y era tentado por el diablo. Y no comió nada en aquellos días, pasados los cuales, tuvo hambre. Entonces el diablo le dijo: Si eres Hijo de Dios, di a esta piedra que se convierta en pan. Jesús, respondiéndole, dijo: Escrito está: No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra de Dios. Y le llevó el diablo a un alto monte, y le mostró en un momento todos los reinos de la tierra. Y le dijo el diablo: A ti te daré toda esta potestad, y la gloria de ellos; porque a mí me ha sido entregada, y a quien quiero la doy. Si tú postrado me adorares, todos serán tuyos. Respondiendo Jesús, le dijo: Vete de mí, Satanás, porque escrito está: Al Señor tu Dios adorarás, y a él solo servirás. Y le llevó a Jerusalén, y le puso sobre el pináculo del templo, y le dijo: Si eres Hijo de Dios, échate de aquí abajo; porque escrito está: A sus ángeles mandará acerca de ti, que te guarden; y, En las manos te sostendrán, Para que no tropieces con tu pie en piedra. Respondiendo Jesús, le dijo: Dicho está: No tentarás al Señor tu Dios.” Lucas 4:1-12

Todos hemos sido tentados. No hay un sólo hombre en toda la Tierra y en toda la historia de la humanidad que no haya sido tentado. Hasta Jesús fue tentado. Así que por eso sabemos que Él nos entiende perfectamente por lo que pasamos y no sólo eso sino que en cada tentación nos ofrece una salida.

Pero de lo que quiero hablar en esta ocasión es acerca de las tentaciones en el desierto. Una cosa es ser tentado en nuestra vida diaria y en una situación “normal” y otra muy diferente es ser tentado en el desierto. Cuando tu vida NO está en un desierto las tentaciones tienen su alcance y sus repercusiones, pero cuando estás en un desierto las tentaciones tienen, definitivamente, un mayor alcance y mayores repercusiones.

Ahora bien, antes de seguir vamos aclarando que hay ocasiones que llegamos al desierto por haber sucumbido a una tentación, y cometimos pecado y esto nos llevó a un desierto. A un lugar solo, inhóspito, desagradable y una ausencia total de comodidades, pero hay otras ocasiones que somos llevados cuando estamos llenos del Espíritu Santo. Cuando llegamos al desierto por causa de nuestras acciones, este desierto sirve para tratar en nosotros el área en la que fallamos, obviamente ya que estamos en el desierto, Dios aprovecha para quitar “otras cosas” que nos afectan. Sucede muy a menudo que estando en el desierto, te das cuenta de lo que realmente te llevó a cometer la falta y la restauración es muy completa. Saliendo de ese desierto eres un poco más maduro y misericordioso, porque curiosamente, los desiertos hacen a la gente un poco más sensible y mucho más misericordiosa. Este tipo de tentaciones por lo general son muy “encubiertas” y disimuladas para engañarte y hacerte caer en pecado. Cuando cometes el pecado te das cuenta del engaño pero ya vas camino al desierto.

Ahora bien, estos desiertos de ninguna manera son una especie de penitencia, porque Cristo ha pagado el precio por todos nuestros pecados. Mas bien este tipo de desierto es una consecuencia natural de nuestras acciones. Tu pecado está perdonado, sólo estás sufriendo las consecuencias de tus actos.

Por otro lado, cuando eres llevado al desierto por el Espíritu y estando lleno del Espíritu Santo, sucede que en ese desierto surgen las tentaciones. En un lugar donde no hay agua ni comida, donde hay una enorme escasez de todo, aún de las cosas más básicas, una tentación puede ser más poderosa que estando en casa en un tiempo normal. En este nivel de tentación tú puedes aprender qué tan crecida está tu fe en Dios y en su palabra. Este tipo de desierto por lo general tienen un propósito muy definido por parte de Dios, y el diablo quiere que no se cumpla y por eso te tienta agresivamente y cínicamente.

Sus tentaciones en este nivel no son encubiertas, son directas, tales como si postrado me adorares y cosas por el estilo. En nuestros cinco sentidos esto no sería una tentación porque de inmediato lo mandaríamos a volar, pero estas tentaciones vienen en un desierto. Cuando el panorama cambia. Y gracias a Dios porque en nuestro espíritu hay un sello que dice propiedad eterna de Dios, que aún ahora lejos de esos desiertos sabemos que no dudaremos y que nuestro corazón y vida son de nuestro Padre. Pero es necesario saber por si algún día estamos en una situación así que sepas cómo hay que responder esas tentaciones; llenos del Espíritu Santo y con pura palabra…Escrito Está.

Armando Carrasco Z.

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