lunes, 13 de octubre de 2008

Tu vida jamás será la misma. Lucas 3:10-14

“Como el pueblo estaba en expectativa, preguntándose todos en sus corazones si acaso Juan sería el Cristo, respondió Juan, diciendo a todos: Yo a la verdad os bautizo en agua; pero viene uno más poderoso que yo, de quien no soy digno de desatar la correa de su calzado; él os bautizará en Espíritu Santo y fuego.” Lucas 3: 10-14

La expectativa es un terreno fértil para los milagros y las convicciones masivas. Siempre que Dios se ha movido se ha generado expectativa. La gente abre su corazón y su mente se prepara para recibir más de Dios. El diccionario dice que expectativa es la “Esperanza de realizar o conseguir algo y la posibilidad razonable de que algo suceda”. Entra en juego la razón, no sólo la fe. Por eso es que el ambiente se carga de posibilidades y entra después de ver lo que se logra con la fe.

El alma humana está preparada para esto, para generar expectativa, de hechos que hemos visto y que sabemos que pueden suceder otra vez, en este caso, Juan había estado hablando fuertemente al pueblo judío y estaban sucediendo muchas cosas con esos sermones, la gente quería comprometerse a buscar nuevamente a Dios y le preguntaban que qué hacían con sus vidas. Y en ese ambiente de expectativa se hacen una pregunta en sus corazones, no dice que le preguntan a Juan, sino que dentro de sus corazones se preguntaban si Juan sería el Cristo, el Salvador de Israel. Ellos tenían el conocimiento de que algún día vendría el Salvador y se estaba generando la expectativa para recibirlo. Jesús no vino sin expectativa.

El pueblo de Israel tenía una expectativa tremenda por recibirlo, obviamente se llevaron una sorpresa porque lo esperaban de otra manera, pero lo que nos ocupa en este espacio es que había mucha expectativa por recibirlo.

Juan alcanza a discernir lo que había en sus corazones y les contesta a su pregunta. Les dijo que él bautizaba en agua, pero que uno más poderoso que él bautizaría en Espíritu Santo y fuego. El jamás quiso ocupar la posición de “salvador de Israel”, él siempre le dio su lugar a Jesús y siempre como uno mayor que él. Creo que hoy en día deberíamos hacer siempre lo mismo. Siempre deberíamos darle el lugar que le corresponde a Cristo que Él sea Rey y Señor de nuestras vidas.

El bautizo de Juan se refería a un arrepentimiento, a partir de la ley, todavía no se manifestaba Jesús y todavía no empezaba el nuevo pacto, por lo que Juan usó el bautismo para atraer a la gente a Dios. Pero el mismo dice que el Cristo bautizaría en Espíritu Santo y fuego. Fue como una enseñanza de lo que pasaría con los creyentes.

Bautizo significa “sumergir completamente en” El bautismo no es un chorrito de agua en la cabeza, el bautismo es sumergirse completamente. Juan lo hacía con su gente y Cristo lo hace con los suyos. Cuando una persona nace de nuevo es sumergido completamente en Dios. No es una probadita es el total de lo que Dios nos da. Cuando Cristo se manifiesta en una persona lo sumerge al cien por ciento en Él.

Esta es una experiencia que ha cambiado millones de vidas desde hace más de dos mil años. Sumergirse en el Espíritu Santo ha cambiado muchas vidas, ha salvado personas, familias y países. No hay nada que pueda comprarse con esto. No hay religión en todo el mundo que pueda, no sólo prometer, sino experimentar esto. Porque no se trata de una experiencia “mágica” ni “ritual” se trata de una experiencia de acercamiento con el Dios vivo. Se trata de un contacto entre Dios y sus hijos. Y no un contacto leve o “light” se trata de un completo sumergirse en Él.

Dios no se anda con pequeñeces, cuando el da, lo da todo. Hasta su hijo, esa fue la prueba mayor que lo mucho que nos ama y de lo mucho que está dispuesto a darnos. Si nos ha dado a su hijo ¿qué más no nos dará?

Esta es la razón por la que muchos de nosotros quedamos cautivos en Él, después de un completo sumergirse en Él no podemos mas que quedar a sus órdenes al 100%, quedamos atrapados en su amor.

No dudes, déjate bautizar por Él. Sumérgete en el Espíritu Santo y fuego. Tu vida jamás será la misma.

Armando Carrasco Z.

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