lunes, 6 de octubre de 2008

¿Qué haremos? Lucas 3:10-14

“Y la gente le preguntaba, diciendo: Entonces, ¿qué haremos? Y respondiendo, les dijo: El que tiene dos túnicas, dé al que no tiene; y el que tiene qué comer, haga lo mismo. Vinieron también unos publicanos para ser bautizados, y le dijeron: Maestro, ¿qué haremos? Él les dijo: No exijáis más de lo que os está ordenado. También le preguntaron unos soldados, diciendo: Y nosotros, ¿qué haremos? Y les dijo: No hagáis extorsión a nadie, ni calumniéis; y contentaos con vuestro salario.” Lucas 3:10-14


Aquí se empezaba a vislumbrar parte de la economía del Reino. Porque mucho de la práctica de la religión judía de esos tiempos era mucho de guardar formas sólo para cumplir con los formatos establecidos por los hombres, pero se olvidaban de su prójimo. Llegó a ser más importante cumplir los formatos que ayudar al prójimo. Era más importante lo que la gente decía de la gente que el ayudarse entre sí.

Por eso cuando la gente le pregunta a Juan, movidos por una convicción interna muy fuerte, ¿qué haremos? Juan les responde que ayuden a su prójimo. No les dice quédense con nada pero ayuden a su prójimo, les dice si ya tienes suplida tu necesidad y la de tu familia, y tienes otra túnica más o más comida, entonces ayuda a tu prójimo.

Después vemos a otro grupo de personas, unos publicanos, que eran cobradores de impuestos, al principio los cobradores de impuestos eran respetables pero con el paso del tiempo se hicieron de mala fama por cobrar de más y abusar de la gente, y por otro lado cuando un publicano era judío, lo expulsaban de la sinagoga quedando relegado de la vida religiosa de ese tiempo. Por eso se puede entender que tenían una necesidad espiritual y se puede entender la respuesta de Juan, que les dice: No exijáis más de lo que os está ordenado. Este es otro principio del Reino, el principio de la integridad.

Más adelante vemos que hasta los soldados le preguntaron “¿qué haremos?” esto nos permite ver la calidad de unción que se cargaba Juan, que provocaba una reacción aún entre militares, afamados por su fuerte y reacio carácter. Y Juan inmediatamente les pide tres cosas 1) que no hagan extorsión, 2) que no calumnien y 3) que se contenten con su salario. Los rangos de autoridad militar sea la policía o cualquier otro sistema de protección o de guerra tienen una autoridad que mal empleada los lleva a abusar de su autoridad para generar más ingresos personales. Esto ha existido desde siempre.

Es curioso que los tres grupos de personas preguntaran los mismo “¿qué haremos?” como vimos en el estudio anterior es una pregunta común aún en nuestros días cuando nos topamos de frente con Dios. Tu vida no puede seguir igual después de un encuentro divino. No es posible ver y escuchar a Dios y seguir igual. La pregunta es natural pero lleva mucho de sobrenatural. ¿Qué haremos? Ahora bien ¿tú crees que ellos no sabían lo que debían hacer? Las respuestas de Juan en todos los casos fueron obvias. Porque ellos sabían lo que tenían que hacer pero no lo hacían. Tal ves ellos pensaban que Juan les pediría algún tipo de penitencia que se cuadrara más con su esquema religioso. Pero cuando Juan les pide cosas muy específicas coherentes con su vida diaria, creo que los sorprendió. Cuando tú le preguntes a Dios ¿qué haré? No te sorprendas si te pide cosas que tú sabes que tienes que hacer.

Yo no se si seas parte del gobierno, yo no se si seas parte del sistema militar o si eres un ciudadano civil, pero créeme hay una respuesta para ti. Ayuda a tu prójimo. Piensa en tu prójimo como si fueras tú mismo. Aclaro esto no es el hacer obras para alcanzar el cielo, es caminar en las obras como resultado de haber alcanzado el cielo. Las obras no te llevan al cielo, el cielo te lleva a las obras. Acuérdate que tus acciones determinan el reino al que perteneces. Una vez que ha caído en ti la convicción de que eres hijo entonces el camino es portarte como hijo. A Juan no le preguntaron ¿en que creeremos? ¿cuál es la nueva doctrina? ¿cuál es lo nuevo de Dios? Ya creímos, ya sabemos que somos hijos de Dios ahora la pregunta es ¿que haremos?

Armando Carrasco Z

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