lunes, 10 de agosto de 2009

Sencillito. Lucas 5:17

“Aconteció un día, que él estaba enseñando, y estaban sentados los fariseos y doctores de la Ley, los cuales habían venido de todas las aldeas de Galilea, y de Judea y Jerusalén; y el poder del Señor estaba con él para sanar.” Lucas 5:17

Una de las principales tareas de nuestro Señor Jesucristo fue la de enseñar. Y la palabra enseñar es una con un sentido muy amplio, enseñar no se limita a dar una clase de teología. En verdad Cristo daba clases y predicaciones. Pero su enseñanza iba más allá que dar un sermón.

El enseñaba con su propia vida, sus mensajes no se limitaban a una plática bonita bien estructurada, el enseñaba cómo hacer las cosas y enseñaba que sí se podían hacer las cosas. cuando el hablaba de amar, amaba, cuando hablaba de perdón perdonaba, cuando hablaba de liberación pues liberaba y cuando hablaba de sanidad sanaba. Esa era su enseñanza, con el ejemplo y con su vida.

Y vemos en este pasaje que Jesús estaba enseñando y cabe mencionar para afianzar lo dicho anteriormente que después que da un panorama de quiénes estaban allí, y que dice que estaba enseñando, diga al final que el poder del Señor estaba con él para sanar. Ver a Jesús un día era aprender de sus enseñanzas aún cuando no diera una plática.

Ahora bien, dice este pasaje que los fariseos y doctores de la ley habían venido de todas las aldeas de Galilea, de Judea y Jerusalén. Ellos habían ido a verlo, su fama había crecido tanto que los “expertos” tenían que verlo y dar su visto bueno.

Yo creo que la gente cuando empezó a escuchar a Jesús cuando vio lo que hacía, no se quedaban con los labios cerrados sino que corrían a comentarlo con los sacerdotes y doctores de la ley, estaban tan maravillados que corrían a decirles todo lo que hacía Jesús. Y muchos de estos sacerdotes, doctores y fariseos fueron a ver qué tan cierto era lo que se decía de él y conocer sus enseñanzas. Yo creo que muchos fueron con un corazón sincero y creo que otros fueron sólo a tratar de encontrar fallas en Jesús.

Conocer la Biblia, tener años de experiencia en el cristianismo, estudiar en un Instituto Bíblico, a veces lleva un problema incrustado. Llega un momento en el que nadie puede hablar de Dios mas que tú, el “profesional” de las cosas de Dios. Y cuando alguien viene a ti a comentarte de cosas que ha visto y oído de Jesús, en lugar de alegrarte empiezas a perseguir a aquellos que se están moviendo en Dios. Esto ha pasado en toda la historia del cristianismo.

Conocer la Biblia y tener años de ser cristianos debería servirnos para ser más humildes. Para estar siempre con los pies en la tierra, Dios se puede mover como él quiera sin tener que pedirnos permiso. El puede aparecer a quien él quiera sin tener que mandarnos un e-mail para avisarnos. Tengamos cuidado que la soberbia espiritual de creer que ya lo sabemos todo de Dios, nos nuble la vista y que o podamos ver a Dios cuando el se presente de manera diferente a como lo hemos visto nosotros.

No nos vaya a pasar como a estos fariseos y doctores de la Ley, que fue tanto su orgullo que nunca pudieron reconocer a Dios en persona, lo tuvieron cerca, lo tuvieron tan cerca que pudieron haberlo abrazado, al Dios del universo. Al Creador. Caminó entre ellos a algunos les dirigió una mirada a otros les habló por nombre y no pudieron disfrutar de haber escuchado su nombre dicho por Dios, sólo porque no creyeron. Buscaron argumentos de hombres para justificar su incredulidad. Se perdieron de poder decir “he visto a Dios en persona”.

Por eso creo que la enseñanzas de Jesús iban más allá de dar cursos teológicos. Creo que las enseñanzas de Jesús eran sobre la vida diaria, sobre el amor de su Padre. Asuntos más importantes que saber doctrinas avanzadas del cristianismo. Dios hace las cosas sencillas, nosotros somos los que las complicamos

Armando Carrasco Z.

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