martes, 29 de julio de 2008

Se trata de obedecer. Lucas 2:39-40

“Después de haber cumplido con todo lo prescrito en la ley del Señor, volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. Y el niño crecía y se fortalecía, y se llenaba de sabiduría; y la gracia de Dios era sobre él.” Lucas 2: 39-40

Jesús vino a cumplir la ley y lo demostró desde que era un bebé, cumplió exactamente todo lo que la ley pedía. No hubo nada que él no cumpliera, así era necesario. Él mismo dijo que no vino a abrogar la ley sino a cumplirla. Cuando cumplieron todo lo que pedía la ley entonces regresaron a Galilea. Regresaron a su ciudad. A su lugar.

Hay ocasiones en la vida que se parecen a este pequeño pasaje. En estas ocasiones Dios nos pide algo, nos da un mandamiento que cumplir. Y debemos obedecer pero para hacerlo, tenemos que salir de nuestra “propia ciudad” no es fácil, es un poco complicado y nos mueve fuera de nuestra área de comodidad. No me refiero precisamente a salir de la ciudad donde vivimos. Me refiero a fuera de un lugar donde normalmente nos movemos. Cuando Dios nos pide algo así, es muy detallado, es un sentir claro. Y tenemos que movernos. Hacemos lo que tenemos que hacer y regresamos. Son como pequeñas misiones.

Lo comento porque debemos entender que nosotros formamos parte del Reino y como habitantes de dicho reino tenemos la obligación de obedecer las órdenes de nuestro Rey. Hay cosas que hacer en el Reino. Muchas veces tienes un camino que seguir y en el trayecto Dios te pide algunas cositas que debes arreglar antes de seguir tu camino y ni hablar hay que obedecer.

Y otras veces, tal como Jesús, ni siquiera vas…¡Te llevan! Las circunstancias son una herramienta muy poderosa para movernos. A veces no entendemos pero Dios usa las circunstancias para llevarnos a algún lugar donde Dios nos quiere. Y por más que nos resistimos llegamos a ese lugar.

Voy a ser mas claro, Supongamos que Dios tiene preparada para ti una gran prosperidad económica. Pero cuando te la va a dar se da cuenta que hay algo en tu carácter que debe quitar antes de prosperarte y decide llevarte a un lugar donde tratar esa parte de ti que te estorba. Entonces te saca de tu “lugar”, y te lleva a lo que muchos le llaman un desierto, yo le llamo sala de operaciones de alta tecnología, donde curiosamente lo que menos hay es anestesia. Todo lo que Dios te hace allí duele y duele mucho. Una operación a corazón abierto sin anestesia. Dios sabe que es necesario y muchas veces no lo entendemos y protestamos y chillamos, pero llega el momento de salir de la sala y…somos otros. hemos sido transformados por su poderoso amor. Entonces sí estamos listos para lo que viene. Y nos regresa a nuestro lugar de origen, a nuestra “Nazaret”. Pero ahora habiendo cumplido los requisitos.

En otras ocasiones Dios nos hace ver las áreas donde debemos cambiar pero no nos lleva a esa famosa sala, sino que nos pide que nosotros cambiemos. Y no es menos doloroso. Es algo así como la película de Rambo, donde el personaje se cosía el mismo las heridas. De igual manera, en esta etapa no hay anestesia.

Pongo un ejemplo, Dios te dice que ya no digas mentiras y que cuando las digas, vayas con quien la dijiste y el digas que fue una mentira que te perdone. Uy cómo duele. Nuestro orgullo se retuerce y nos duele hasta las entrañas. Pero igual que la sala es necesario. Y los mismo, una vez que cumplimos ese mandamiento, Dios nos regresa a nuestro camino.

Cualquiera que sea el caso, sucede. Debemos tener no una mente abierta, sino un corazón abierto para poder recibir todo lo que necesitamos de parte de nuestro Dios para poder seguir creciendo en Él.

Dios sabe qué nos pasaría si no vamos de vez en cuando a esa sala. Sólo Dios lo sabe.
Dios sabe qué nos pasaría si no hacemos lo que nos pide. Sólo Dios lo sabe.

Armando Carrasco Z.

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