lunes, 29 de septiembre de 2008

Ya lo hizo todo. Lucas 3:7-10

“Y decía a las multitudes que salían para ser bautizadas por él: !Oh generación de víboras! ¿Quién os enseñó a huir de la ira venidera? Haced, pues, frutos dignos de arrepentimiento, y no comencéis a decir dentro de vosotros mismos: Tenemos a Abraham por padre; porque os digo que Dios puede levantar hijos a Abraham aun de estas piedras. Y ya también el hacha está puesta a la raíz de los árboles; por tanto, todo árbol que no da buen fruto se corta y se echa en el fuego. Y la gente le preguntaba, diciendo: Entonces, ¿qué haremos?” Lucas 3: 7-10

Aquí vemos varias cosas interesantes. La primera de ellas es que en ese entonces se acostumbraba bautizar a los gentiles que deseaban pertenecer a la religión judía, además de bautizarlos circuncidaban a los hombres. Por lo que se hace interesante que Juan bautizara a los judíos. Era algo así como decirles lo alejados que estaban de Dios que ellos mismos necesitaban bautizarse. Era decirles que ser hijos de Abraham no alcanzaba para estar bien delante de Dios. Juan podía ver la verdadera necesidad de una relación personal con Dios y su forma de confrontarlos era bautizándolos. Y generaba una convicción tal que muchos de ellos sí se bautizaban.

Los judíos de ese tiempo estaban seguros que por ser descendientes de Abraham tenían derechos y privilegios, su vista se había nublado tanto que no podían darse cuenta de cuán alejados de Dios estaban, conocían el lenguaje, conocían las reglas, conocían la ley, pero no conocían a Dios. Muchos de ellos confiaban sólo en las tradiciones de su descendencia.

La palabra “arrepentimiento” lleva un significado de “girar” algo así como dar vuelta en “u”. Lo que Juan les estaba diciendo era retornen, giren y regresen. El deseaba que entendieran que iban en camino opuesto al de Dios y quería hacerlos reaccionar para que regresaran a Dios.

Precisamente por eso se le conoce al bautismo de Juan como bautizo de arrepentimiento. En ese momento no se había manifestado Jesús el Cristo, y el camino para encontrar a Dios a través del arrepentimiento, la gracia redentora del Padre todavía no se manifestaba, en ese entonces era necesario el arrepentimiento, el girar de su vida sistemática, de su vida religiosa y volverse a su Dios.

Probablemente Juan se refiera a ese árbol en el que el hacha está puesta al pueblo de Israel, que estaba listo para ser cortado, estaba a punto de finalizar el pacto de Dios con ellos y no faltaba mucho. Ya se acercaba el tiempo cuando Jesús se manifestaría como salvador de las naciones y empezaría un nuevo pacto, dando por terminado el antiguo pacto.

Juan estaba presenciando en su espíritu el final del pacto que Dios tenía con los judíos. Y no podía menos que hablarles duro y fuerte y muchos reaccionaban, tal vez no alcanzaban a darse cuenta de la magnitud de lo que pronto sucedería pero algo en su interior los redargüía y preguntaban angustiados “¿qué haremos?”

Actualmente podemos ver los mismos síntomas con la gente que no ha tenido un encuentro personal con Dios, y cuando les hablamos su espíritu reconoce la voz de su Padre y no sabe distinguir lo grandioso que está por suceder en su vida y sólo alcanza a preguntar “¿qué tengo que hacer?” sólo que ahora es diferente, ahora la gracia opera de manera definitiva y contundente y nuestra respuesta es “no tienes que hacer nada, Él ya lo hizo todo” sólo cree.

Armando Carrasco Z

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