jueves, 9 de abril de 2009

¡Y lo sigue haciendo! Lucas 4:31-32

“Descendió Jesús a Capernaum, ciudad de Galilea; y les enseñaba en los días de reposo. Y se admiraban de su doctrina, porque su palabra era con autoridad.” Lucas 4:31-32

Hay dos cosas que vamos a enfatizar en este pasaje, la primera de ellas es que Jesús enseñaba, con el paso de los años hemos sabido que Jesús vino a salvarnos y estamos concientes de que vino a enseñarnos muchas cosas. y debemos estar enormemente agradecidos por ello, porque sus enseñanzas hasta el día de hoy son guianza para nuestras vidas.

Creo que una virtud implícita en el corazón de Jesús es la de enseñar, aún hoy en día, el quiere enseñarnos muchas cosas prácticas para nuestra vida, muchas veces va a usar la Biblia para darnos su enseñanza y muchas otras va a usar otras cosas para hacerlo, como una conferencia, un sueño, circunstancias, y un largo etcétera, es natural que debemos “corroborar” con la Biblia las enseñanzas, pero a lo que me refiero es que Jesús actualmente sigue enseñando. Por lo que nosotros debemos tener un corazón enseñable. En el siguiente estudio veremos las consecuencias de NO tener un corazón dispuesto para la enseñanza.

En esta ocasión quiero resaltar que debemos estar con los oídos bien dispuestos porque el Maestro sigue enseñando. Ahora bien, aquí viene algo que debemos prestar mucha atención. Dice en este pasaje que los que lo oían se admiraban de su doctrina. Se quedaban impactados con lo que escuchaban. Y dice después que porque su palabra era con autoridad.

Y enseña con autoridad por la sencilla razón de que Él es el creador y conoce perfectamente lo que el hombre necesita.

Cuántas veces hemos estado en conferencias o en clases donde sólo repiten palabras aprendidas de memoria y el maestro carece de autoridad. Cuando una persona es un experto se dice que “es una autoridad” y Jesús es un experto en cuestiones del hombre. Por eso cuando enseñaba se podía reconocer su autoridad.

La otra cuestión que le da autoridad a las palabras de Jesús es que Él vivía lo que enseñaba y eso es una bomba a la hora de enseñar.

Creo que nosotros podemos tomar en cuenta esto cuando enseñamos. Nuestra palabra debe ser con autoridad. Cuando demos una enseñanza debemos conocer bien el tema y sobre todo tratar de enseñar cosas que vivimos o por lo menos que estamos comprometidos a intentarlo.

Yo creo que dentro de todos los mensajes que recibimos durante el día y la semana, todos los comerciales, los mensajes políticos, los discursos religiosos, en medio de todo esa enorme cantidad de mensajes, nuestros mensajes deben sobresalir por la autoridad con la que se enseña.

Es necesario que hagamos un alto en el camino y checar si lo que estamos enseñando está cargado de autoridad. En verdad lo digo… si no es así es mejor quedarnos callados.

Armando Carrasco Z

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