martes, 17 de noviembre de 2009

Se trata de las estructuras. Lucas 5:36-39

“Les dijo también una parábola: Nadie corta un pedazo de vestido nuevo y lo pone en un vestido viejo; pues si lo hace, no solamente rompe el nuevo, sino que el remiendo sacado de él no armoniza con el viejo. Y nadie echa vino nuevo en odres viejos; de otra manera, el vino nuevo romperá los odres y se derramará, y los odres se perderán. Mas el vino nuevo en odres nuevos se ha de echar, y lo uno y lo otro se conservan. Y ninguno que beba del añejo, quiere luego del nuevo; porque dice El añejo es mejor.” Lucas 5:36-39

Del vino nuevo lo podemos seccionar en dos partes. Una parte en todos los movimientos de Dios que tiene dentro del cristianismo universal y la otra en Reformas.

La primera me refiero a revelaciones divinas que afectan a toda la Iglesia, que “afectan” en el buen sentido de la palabra. Por ejemplo, el hablar en lenguas. Fue una revelación por parte de Dios que afectó el cristianismo en su momento. Muchas denominaciones no lo aceptaron y todavía no lo hacen, por muchas razones, una de ellas, es que para poder practicar el hablar en lenguas tendían que cambiar ciertas estructuras. Y esa simple razón impidió que el hablar en lenguas se introdujera en la mayoría de las congregaciones. Entonces esas verdades que Dios revela cada determinado tiempo necesitan un cambio de estructuras para poder saborear ese vino nuevo. En este renglón podemos ver que las estructuras que hay que cambiar no implica el cambio de todo el odre en cuanto a estructura, sino más bien odre de contenido.

Pero la otra parte son las reformas. En una reforma es más enfático el punto del cambio de odres porque se refiere a todo el sistema estructural de la Iglesia, en esta parte los cambios deben ser más dramáticos y profundos, en este cambio de odres no se puede “parchar” los odres, no se pueden tomar ciertas verdades y acoplarlas a la estructura establecida.

Por eso es que la Reforma actual que está viviendo la Iglesia, es una reforma de estructura. Mira cuando Paul Yongi Cho tuvo tanto éxito con su crecimiento “celular”, aquél de tener una reunión general y tener reuniones pequeñas en casa. Entonces la mayoría de las Iglesias del mundo quisieron imitar el modelo y lo adecuaron a la estructura de la iglesia y pasaron los años y no funcionó, sólo se quedó como una actividad extra de la iglesia. Por una sencilla razón. Se tenían que cambiar estructuras. La reforma actual de Iglesia requiere un cambio dramático de estructuras. No es suficiente con adoptar tendencias o modas para estar “a la vanguardia”, se requiere una estructuración nueva desde sus cimientos.

La Reforma actual es de estructuras. Principalmente la de cambiar el sistema sacerdotal a la del sistema del nuevo pacto. La iglesia adoptó un sistema sacerdotal que no ha sido quitado de la Iglesia. Lutero hizo un cambio de contenido pero dejó las estructuras sacerdotales. Y sobre esas estructuras sacerdotales se ha edificado la Iglesia por mucho tiempo.

Para poder entrar a la Reforma actual de Dios es necesario tirar todos los cimientos del sacerdocio unilateral para poder poner cimientos de sacerdocio de la Iglesia. No hay línea divisoria entre laicos y ministros. En el momento que hay profesionales para encargarse de los asuntos de Dios, en ese momento se relega el verdadero fundamento de la Iglesia, que es Cristo como Señor de ella. En el antiguo testamento se requería que una persona especial se encargara de los asuntos de Dios, pero en el nuevo pacto se nos enseña que cada uno de nosotros tenemos accesos directo a la presencia de nuestro Dios.

Esto no está peleado con las diversas funciones del cuerpo, en el que hay apóstoles, profetas, evangelistas pastores y maestros, sino que se manejan por función y no por título. Ellos son tan iguales como los otros cristianos. Lo único es que su función es diferente, no especial sino diferente.

Si queremos entrar en la nueva Reforma de Dios, tenemos que estar preparados para cambios radicales de estructuras.

Armando Carrasco Z.

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